Salud mental
- Arte Parte
- 17 oct
- 3 Min. de lectura
por Ana Clemente, 6to.EES 45

NO SON “COSAS DE LA EDAD”
Hablar de salud mental ya no es una opción, es una urgencia. Especialmente cuando se trata de jóvenes y adolescentes que, en plena etapa de construcción personal, enfrentan desafíos emocionales cada vez más difíciles. Tener la presión de rendir, redes sociales que comparan todo el tiempo, problemas en casa, miedo al futuro. Se espera que estén "bien", que no se quejen y sigan cómo si nada.
Según un informe de la OMS (2023), uno de cada siete jóvenes entre 10 y 19 años sufre algún trastorno mental, siendo la depresión, la ansiedad y los trastornos de conducta los más frecuentes. Lo más preocupante es que, en la mayoría de los casos, estos problemas no se detectan ni se tratan, muchos dicen o piensan que "son cosas de la edad" o que "ya se les va a pasar" que “sólo es una etapa”, pero no.
Muchos jóvenes viven con un malestar silencioso, sin espacios donde expresarse, sin acceso a profesionales o simplemente sin sentirse comprendidos. Lo preocupante es que ese dolor emocional no desaparece con el tiempo; si no se atiende, se transforma.
Las consecuencias a largo plazo son visibles: adultos que arrastran inseguridades, dificultades para establecer vínculos sanos, bajo rendimiento en estudios o trabajo, baja tolerancia a la frustración o problemas para mantener un proyecto de vida. En muchos casos, se recurre a las adicciones o a mecanismos de escape para tapar aquello que no se resolvió a tiempo.
En el ámbito universitario, este problema también se refleja. El abandono de carreras, la desmotivación o el estrés muchas veces son la razón de problemas emocionales no resueltos. Por eso, es fundamental que las instituciones educativas incluyan espacios de acompañamiento psicológico, y que se hable del tema con responsabilidad y, promover la seguridad y empatía.
"La salud mental de los jóvenes es una inversión a largo plazo. Si no la cuidamos hoy, lo vamos a pagar mañana como sociedad”, afirma la psicóloga clínica y docente universitaria María Belén Suárez.
También hay que recordar que la pandemia de COVID‑19 provocó un profundo impacto en la salud mental de los jóvenes, con incrementos significativos en depresión, ansiedad, autolesiones y sentimientos de desesperanza debido a algunas razones como el aislamiento social, la pérdida de rutina, estrés familiar, etc. Si bien en algunos lugares ha habido mejoras tras terminar la cuarentena, aún se presentan casos que requieren atención prioritaria.
Hablar de salud mental no es debilidad ni capricho. Es una parte esencial de nuestra formación como personas a futuro. Hablar sobre ella hoy es cuidar el futuro de todos
Recordando que según la OMS, 1 de cada 7 jóvenes tiene algún problema de salud mental y no reciben ayuda. Algunos casos de los miles que pueden surgir son:
Camila, de 17, dejó de salir, no tenía energía para nada y se sentía vacía. Nadie lo notó al principio. Pensaban que estaba “cansada”. Tardaron un año en darse cuenta de que tenía depresión.
Lucas, de 15, se enfermaba cada vez que tenía una prueba. Nadie entendía por qué. Hasta que un día terminó en la guardia con un ataque de ansiedad. Lo trataban de vago, pero lo que tenía era miedo, angustia, y cero herramientas para manejarlo.
A veces los ejemplos son todavía más simples. Como Martina, de 16, que se pasa 20 minutos frente al armario cada mañana sin saber qué ponerse. No es indecisión “porque es chica” ni simple vanidad: es miedo a que sus compañeros se rían de ella, algo que le genera estrés y dolor de panza antes de salir de casa. Lo que parece un detalle mínimo puede ser una señal de que algo más profundo está pasando.
Julián, de 18, dejó de responder mensajes en los grupos de sus amigos. Dice que “está ocupado”, pero en realidad siente que no encaja y prefiere evitar cualquier salida. Poco a poco, se fue aislando sin que nadie lo note.
Sofía, de 14, explota en discusiones con sus padres por cosas mínimas. Ellos creen que es “rebeldía adolescente”, pero en realidad está lidiando con una ansiedad que no sabe cómo expresar y que se manifiesta como enojo constante.
Cuidar la salud mental es una necesidad. Detrás de cada “estoy bien” o “no pasa nada” puede haber alguien en una lucha silenciosa. Escuchar, acompañar y actuar en el momento puede cambiar una vida entera.






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