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El barrio pide por Ana Bo: "No nos saquen a Ana, la necesitamos un poco más"

  • Foto del escritor: Arte Parte
    Arte Parte
  • 17 oct
  • 3 Min. de lectura

Por Iván Mantero


Hacia finales de agosto, vecinos y vecinas de Villa Hudson realizaron un abrazo al Centro de Salud reclamando la continuidad de la Dra. Ana Bo tras más de tres décadas de compromiso con una forma de trabajo comunitaria e integral.


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Después de 33 años al frente del Centro de Salud de Villa Hudson, la Dra. Ana Bo se jubiló el 1 de octubre de 2025. Lejos de ser un hecho burocrático más, la noticia sacudió al barrio, donde su figura es mucho más que la de una médica: es referente, inspiración, compañía y sostén. Por eso, ya desde hacía varios meses, los vecinos y vecinas se movilizaron para pedir lo que sienten como una necesidad: su continuidad, aunque sea "un poquito más". De este modo acompañaron el pedido de la propia Dra. Ana que solicitó un período para realizar una transición cuidada: para cuidar a las y los vecinos, para acompañar al equipo de salud en la redefinición del trabajo, y para cuidar una modalidad de trabajo en comunidad, que es la clave del gran trabajo que se realiza desde el Centro junto con la comunidad.

“Ella fue mi inspiración para querer estudiar algo de medicina. Gracias a Anita, me agarré la inspiración de querer venir a trabajar en el barrio, a trabajar en mi propio barrio", cuenta emocionada una joven que hoy estudia medicina en La Plata. “De chiquita la admiraba y la sigo admirando. Ana es mi fuerza.”


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Las palabras se repiten, con tonos distintos, pero con una misma raíz: gratitud profunda. La Dra. Ana Bo ha acompañado partos, duelos, tratamientos y luchas cotidianas. Ha caminado junto a las organizaciones barriales, concibiendo la salud como un derecho y un proceso colectivo, formando generaciones de profesionales que aprendieron lo que es la salud comunitaria, la medicina generalista, ahí, en el Centro de Salud de Villa Hudson. Esa perspectiva llevó al equipo a desarrollar estrategias como las postas de salud, que acercan la atención médica a quienes no pueden llegar al centro.

“Cuando yo vine al barrio, la salita estaba destruida. Ella la levantó”, recuerda otra vecina. “Cuidó a mi mamá, a mi papá, a mis hijos. Hasta ahora vengo y me reta: ‘Dejá de comer’, me dice. Yo no tengo familia… la tengo a ella.”

El centro de salud, dicen quienes lo transitan, no es sólo un lugar de atención. Es un espacio de construcción comunitaria. Talleres de salud mental, abordaje de violencia de género, redes con escuelas, comedores y colectivos de mujeres, acciones con jóvenes, caminatas saludables: una forma de hacer salud que, para muchos, está en riesgo si Ana se va.

“El municipio no desconoce la labor de la doctora Ana”, advierte una vecina. “Este centro es un ejemplo. En ningún otro lugar de Florencio Varela se trabaja de esta manera, en red, con compromiso. La doctora Ana es el bastión de nuestro barrio en la salud.”


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Hay quienes, incluso, vinculan el posible retiro de Bo con algo más profundo que una jubilación: un golpe a una forma de trabajo que pone a la comunidad en el centro. “Algo de lo que está en juego acá es la forma de trabajo del equipo de salud. Y eso hay que cuidarlo”, dijo otro de los participantes del abrazo.

El reclamo no es sólo por ella, sino por lo que representa. “Le queremos decir a las autoridades que la necesitamos un poquito más. Entendemos que a veces no se puede, pero la gente te necesita, Ana”. “Se puede. Si se quiere, se puede”, le respondió otra vecina y la respuesta se hizo coro en los participantes. “Y la verdad que este espacio es maravilloso. Gente que tuvo cáncer, depresión, violencia… hoy está parada, empoderada, gracias al equipo que vos armaste”, concluyó la compañera.

Desde sus primeros pasos en el centro hasta la actualidad, la Dra. Ana Bo ha sido el rostro de una política de salud comunitaria que no se limita a la atención médica. Como bien lo sintetiza ella en una entrevista de hace un tiempo: “Nosotros tenemos una concepción de la salud como un derecho. Este equipo intenta trabajar desde ese lugar”.

Si bien las autoridades finalmente no han escuchado aún este pedido, siempre cuando un barrio abraza con tanto afecto y compromiso a una institución y a sus trabajadores, es un dato de que algo allí está bien. Es un llamado a cuidar lo que funciona, lo que transforma, lo que cura incluso más que los medicamentos.



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