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La memoria en disputa: Un hilo rojo entre el pasado y el presente

  • Foto del escritor: Arte Parte
    Arte Parte
  • 3 jun
  • 3 Min. de lectura

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En el sur del conurbano bonaerense, donde los paredones aún conservan las marcas de una historia silenciada y las calles laten con la fuerza de nuevas generaciones, la memoria no es una fecha ni una efeméride. Es una práctica viva, un compromiso ético, un hilo rojo que atraviesa el tiempo. Une el pasado con el presente. Lo que ocurrió entonces —la represión, el secuestro, la desaparición, la tortura, la apropiación de identidades— no terminó con el retorno democrático: mutó, se reconfiguró, y dejó raíces profundas en nuestras instituciones y territorios.

Como advierte Javier Lifschitz, la memoria política no es un simple recuerdo, es un campo en tensión donde distintas fuerzas disputan sentidos sobre lo ocurrido y lo que ocurre (Lifschitz, 2012). Es desde ahí que podemos comprender que las violencias de hoy —el gatillo fácil, la violencia institucional, la expansión del narcotráfico, la criminalización de la juventud— no son fenómenos aislados. En ellas resuenan las lógicas del Estado terrorista: su impunidad, su aparato represivo, su complicidad con sectores del poder económico y judicial.

Para comprender el presente, debemos encontrar las claves en el pasado. La represión no fue solo un exceso: fue una forma estructurada de disciplinamiento social. Y muchas de sus herramientas —el silencio, el miedo, la estigmatización— siguen vigentes. No es casual que los sectores que niegan los crímenes de la dictadura hoy minimicen la violencia policial o criminalicen la protesta. Como señala Martín Legarralde, la disputa por la memoria hoy también se libra en las aulas, donde conceptos como “adoctrinamiento” o “negacionismo” son usados para deslegitimar una educación crítica y comprometida (Legarralde, 2024).

Sin embargo, desde las escuelas del conurbano sur, desde los espacios comunitarios, desde las organizaciones de derechos humanos, se sigue tejiendo ese hilo rojo. La memoria se cultiva en los talleres escolares, en los murales barriales, en los actos donde los nietos restituidos narran su historia a quienes también buscan su identidad. Claudio Altamirano lo muestra con claridad en Identidad. Educar en la memoria: cuando las Abuelas, los Nietos y los referentes visitan las escuelas, el pasado irrumpe en el presente y lo resignifica (Altamirano, 2018).

Educar en la memoria no es una imposición ideológica: es una pedagogía de la verdad. Una apuesta por construir ciudadanía en territorios donde muchas veces los derechos no llegan. Y es también una manera de disputar el sentido del presente: decir que la violencia no es natural, que la impunidad no es inevitable, que la historia no se repite si hay quien la recuerde y la confronte.

En esta edición, abrimos nuestras páginas a esas experiencias que hacen de la memoria un acto de presente y un compromiso con el futuro. Porque como nos enseñan las Madres y Abuelas, la memoria no es nostalgia. Es acción. Y en cada historia que se reconstruye, en cada voz que se alza, en cada pibe que toma la palabra para decir esto no me es ajeno, el hilo rojo se vuelve más fuerte, más visible, más urgente.


Sin memoria no hay justicia. Y sin justicia, el presente sigue siendo rehén del pasado




Bibliografía

Altamirano C. (2018). Identidad : educar en la memoria / Claudio Altamirano; prólogo de Estela Barnes de Carlotto; Carmen Nebreda – 1ª ed. – Ushuaia : Ediciones UNTREF, 2018. 

Legarralde, M. R. (2024). Negacionismo y adoctrinamiento. Confrontaciones educativas a 40 años de la recuperación de la democracia. Archivos de Ciencias de la Educación, 17(24), e129. https://doi.org/10.24215/23468866e129 

Lifschitz, J. A. (2012) La memoria social y la memoria política [En línea] Aletheia, 3(5). Disponible en Memoria Académica: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.5442/pr.5442.pdf


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