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2025: El segundo año de Milei. La violencia recargada.

  • Foto del escritor: Arte Parte
    Arte Parte
  • 29 nov
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 1 dic

por Andrés Aloy


En nuestro país, en una semana, un mes, un año puede pasar de todo. Cambios radicales, reformas parciales, modificaciones en los ánimos sociales, todo aquello que quien lee este artículo quiera imaginar.


La muchacha entra en la ciudad de Carlos Gorriarena
La muchacha entra en la ciudad de Carlos Gorriarena

Este 2025 que está en sus créditos finales, fue el segundo año de gobierno de Javier Milei, el único presidente en el mundo que se reivindica como anarcocapitalista. En el país que tiene un sistema de educación y de salud públicos, con sus baches y falencias, pero grande y sólido a la vez, ganaron en octubre de 2023 las ideas que propugnan todo lo contrario, que apuestan a desmantelar lo público, lo común, que abogan por un sistema ultra privatista y a la hiper individualización de la vida, al "solitarismo", tal como escribe Brienza en su libro "El síntoma Milei." En el país de la Patagonia rebelde, la reforma universitaria, el 17 de octubre de 1945, el Cordobazo, las resistencias a la última Dictadura y los juicios a los genocidas, pregnaron las ideas negacionistas tanto del presidente como de su vicepresidenta, Victoria Villarruel, conocida defensora de los gobiernos de facto, que visitaba a Videla en la cárcel y que tilda en toda ocasión que puede a las organizaciones político-militares de los 70 como

terroristas.


Pero volvamos a Milei y al 2025. El 2023 ya pasó y han circulado varios análisis acerca del por qué del triunfo: una sociedad rota y precarizada, un gobierno tibio y/o malo del peronismo en el período 2019- 2023, las broncas del aislamiento obligatorio, la alternancia que se da desde 2015, entre otras causas del triunfo libertario. En el 2024 pasaron la Ley Bases, el Pacto de Mayo, las dos grandes marchas universitarias entre otros hitos. Sin embargo, este año que está terminando significó la avanzada del ejecutivo nacional y sus "Fuerzas del cielo" sobre algunos límites morales de la sociedad argentina. Por ejemplo, el ataque material y discursivo al Garrahan y al sistema universitario y científico. Y, especialmente, el desfinanciamiento y las sospechadas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS). Ya venía sobrepasando toda frontera del tan mentado sentido común al atacar a Ian Moche, un niño autista, activista por los derechos del autismo. Es decir, un adulto y no cualquier adulto – el presidente de la nación – atacando por su red social favorita, X, a un menor de edad. Si sus episodios anteriores habían sido comparaciones del Estado con un pedófilo o burlas al gobernador chubutense y llamándolo, como si fuese un insulto, síndrome de down, lo de Ian Moche forzó cierto límite. No hizo mella en sus más férreos seguidores, sobre todo los mediáticos – la guardia pretoriana formada por el Gordo Dan, Agustín Laje, entre otros – sino en el resto de sectores sociales, ciudadanos electores que confiaron en elegir a Milei como presidente en 2023. El ataque y el supuesto robo en forma de coimas a la ANDIS, el desfinanciamiento efectivo a las universidades, CONICET y el desgaste que realizó con los trabajadores del Garrahan, provocaron ciertos descontentos parciales en algunos pedazos de la sociedad argentina. Este proceso de sinsabores, sumado a todas las filtraciones, las coimas adjudicadas al Jefe, Karina Milei, la criptoestafa Lybra desembocaron en el batacazo electoral bonaerense de septiembre. La provincia más grande del país se le plantaba al gobierno anarcocapitalista. Y no era el núcelo peronista del conurbano sino también los pueblos y ciudadesd el Interior.

A partir de la derrota en Buenos Aires, se auguraban finales anticipados y ciclos terminados. También salidas en transición pero nada de esto sucedió. Las buenas migas ideológicas y geopolíticas de Milei con Donald Trump hicieron que el país del norte global desembolsara dinero y haga un salvataje económico para mantener el precio del dolar y que no se desbarranque todo. Además, el presidente norteamericano dijo en respuesta a las preguntas de una periodista, que los argentinos nos estábamos muriendo, entonces ellos nos ayudaban. Y amenazó con que ante una hipótetica victoria del peronismo – "el riesgo kuka" –

esa ayuda no iba a llegar. No sería honesto en materia intelectual señalar las causas del éxito en las elecciones de octubre por parte del gobierno y ponerlas en base a estas amenazas del magnate y presidente de EEUU. Pero sí reconocer que la ayuda económica caló en los ánimos financieros y ciudadanos. Ese malestar que se preveía en septiembre, al menos bonaerense, no se plasmó en el mes siguiente y el ámbito legislativo se pintó en gran parte de color violeta más sus aliados amarillos.

Los diciembres argentinos suelen ser candentes. A veces lo son más, otras veces menos. Si el espejo es el 2001, todo es de menor calibre, igualmente, no sabemos qué puede pasar en el último mes del año. Algo que sí es una certeza: la hegemonía provisoria del gobierno libertario. Provisoria porque las correlaciones de fuerza van variando y los humores sociales son cambiantes. Argentina tiene un pueblo quilombero, ruidoso, politizado y sindicalizado. Si la malaria económica en términos de la diaria y del bolsillo argentino se deterioran aun más, seguramente las cosas cambien y se generen descontentos. También depende de qué propongan del otro lado, desde la oposición o al menos desde el frente peronista y qué venga a proponer para volver a enamorar a grandes porciones del pueblo. Algo es seguro, si no se propone nada nuevo, Milei sigue tranquilo y sigue dominando en el imaginario social con sus horizontes de expectativas y los sueños que propone: una Argentina egoísta, para pocos, pritvatizada, solitarista y más desigual. Es tarea de los sectores nacionales y populares hacerle frente a esta avanzada. La historia siempre da vueltas y ya se ha demostrado que Fukuyama estaba equivocado.



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