El arte vivo es un atardecer que no se deja atrapar
- Arte Parte
- 29 nov
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Actualizado: 4 dic
por Pozzo Luciano*
En las comisiones 112 y 122 de Prácticas Culturales, después de visitar el museo realizamos una actividad de búsqueda artística en nuestros propios territorios, los que habitamos cotidianamente. La actividad parte de la mirada crítica que el artista argentino Alberto Greco propuso en el manifiesto "Dito dell'Arte Vivo", en 1962 en Italia. A continuación compartimos uno de los trabajos realizados, el de Luciano Pozzo.
Salgo un rato afuera, sin ningún plan, solo para despejar la cabeza. El aire está tibio, de ese que anuncia que el día ya se está yendo. Todo se siente más lento: los perros que se acomodan, el olor a tierra mojada que todavía queda, el viento que apenas mueve las ramas.
Miro el cielo y me quedo quieto. No sé por qué, pero hay algo ahí que me atrapa, algo que parece decir más que cualquier palabra.
El cielo es una pintura que cambia cada segundo. Las nubes se amontonan como pensamientos que no terminan de decirse. El sol, tímido, se esconde detrás del árbol, pero deja una línea encendida, como una promesa de que volverá.
La luz azulada se mezcla con la tierra, y por un instante ya no sé si estoy viendo el final del día o el principio de otro.
Pienso que este paisaje también me habita. Que en mí hay algo de ese árbol que crece aunque nadie lo mire, algo de esa cerca de palos que intenta ordenar el caos del campo.
Pienso en el tiempo, en cómo este lugar lo mide distinto: no con relojes, sino con sombras que se estiran y grillos que empiezan a cantar.
La obra no está en la foto. La obra es el momento en que la miro y siento que el cielo respira conmigo.
Es el arte vivo de un atardecer que no se deja atrapar, que sigue cambiando aunque ya no lo mire.
Y ahí entiendo que el arte no siempre se pinta ni se escribe: a veces solo pasa, y uno tiene que estar ahí para verlo, respirarlo y dejar que también te pinte a vos
*estudiante de Prácticas Culturales en la UNAJ
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