Cuento creado por estudiantes de las escuelas secundarias n°1, 11, 14, 16, 35, 36 y 56, todas ellas con orientación en comunicación, en el taller “Contame” realizado por Revista Arte y Parte en el III Congreso de Comunicación FV.
Editado por Iván Mantero
Daniela, una chica muy curiosa, un día iba caminando por la calle cuando encontró una puerta que ante ella se abrió sola. Curiosa, se acercó para mirar, cuando de repente, se escuchó un grito. El grito parecía casi un quejido. Presentía que podía provenir de un ser no humano. ¿Quién sería el ser que estaba adentro? ¿Necesitaría algo? ¿Por qué la puerta se abrió sola delante suyo? Mil preguntas alimentaron su curiosidad hasta que tomó la decisión de entrar. Quería investigar.
El sol del mediodía hacía imposible ver el interior de la puerta, pero una vez que la atravesó sus ojos se acostumbraron a la luz del interior y pudo ver que la habitación a la que conducía la puerta era un gran salón iluminado por hermosos virtaux a los que la luz del sol atravesaba.
Corriendo por el salón y esquivando sus columnas, un pequeño gnomo era perseguido por un perro gigante. Daniela tomó de las manos al gnomo y lo ayudó para que pudiera creer que él era gigante. Y lo que ella menos esperaba era que el gnomo crecería tanto, pero tanto, que llegó a ser más grande que el perro.
Mientras el gnomo crecía, Daniela se dio cuenta de que sus pies ya no estaban tocando el suelo. Del susto, soltó la mano del gnomo y empezó a caer. Solo el reflejo de agarrarse de las medias del gnomo logró que el golpe contra el piso no fuera tan fuerte. Cuando abrió los ojos, su mano aún estaba agarrada a la sábana. Al verse tendida en el piso, al lado de la cama se dio cuenta de que había sido un sueño, y se rio por la situación. Después, aún curiosa, subió a la cama para volver a dormir e intentar charlar con el gnomo sobre los vitraux.
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