top of page

¿A qué edad te diste cuenta?

  • Foto del escritor: Arte Parte
    Arte Parte
  • 29 nov
  • 2 Min. de lectura

25/11 Día de la no violencia hacia las mujeres

por Rebeca Beki

ree


De chica me enseñaron a jugar a la familia feliz.

A la madre, al padre, a la casa.


Yo jugaba, maternaba y me divertía de esa manera porque me lo pedían,

y yo cumplía.


Cumplí tanto, que un día me olvidé.

Me olvidé de identificar qué me gustaba,

qué me hacía vibrar.


Si me piden retroceder, volvería a los 17.

Era grande, pero no era legal.

Podía vestirme como quería

y no me importaba el qué dirán.


Era libre sin saberlo.

El espejo no me juzgaba,

solo reflejaba la curiosidad de ser.


En el momento en que el esfuerzo se romantizó,

ahí empezó mi calvario.

O será que simplemente crecí

y la vida tomó otros sentidos.


Tenía 24 años cuando empecé a preocuparme por el qué dirán.

Escuchaba esas frases que pesan:

“tenés que sentar cabeza”,

“tenés que ser alguien”.


Pero ese alguien que me mostraban

no era un modelo que yo quisiera admirar.

No importaba.


Esa persona era adulta,

y eso parecía suficiente:

una hija, un hijo, un marido,

tal vez una casa propia.

La receta perfecta del deber.


Crecí pensando que cumplir era amar,

hasta que entendí que amar también era elegirme.


Hoy, con la edad que llevo, ya no lo quiero ni expresar,

vas a tener que adivinar.


Qué loco, ¿no?

Porque ese siempre fue un dicho para nosotras,

y yo compré esa idea de que “a las mujeres no se les pregunta la edad.”


Aunque quisiera romper con ese dicho,

es más difícil de lo que parece.


Me cuesta,

así como me cuesta hacerme a la idea

de que no está mal no ser madre,

no tener marido,

ni siquiera casa propia.


Aprendí que, aunque no cumpla con los patrones que me enseñaron de chica,

igual soy una mujer con todas sus letras. 🌹


Aprendí que mi reloj es mío.

Que me lo dieron un día,

y tuve que aprender a mirarlo,

aunque a veces se tildara.


Es mi película,

y soy la protagonista.


Ir a contramano me enseñó a quererme,

aunque todavía me faltan ingredientes.


Disfruto los momentos felices

porque en los días grises fueron ellas las que me levantaron:

mariposas, hadas madrinas,

mujeres con luz propia.


Les debo respeto,

porque con sus ejemplos aprendí a volar.


Y si mi mundo cambió,

el tuyo también puede hacerlo. ✨



Comentarios


bottom of page